jueves, 13 de noviembre de 2008

Diario de Färael Ok-Sum (Día 18)

Dia 17 de la Séptima Estación
Año 256 de la Era III
Ruim, Farim, Nuevo Därlack


En nuestro camino hacia el este atravesamos una ciudad de blancas murallas que se elevaban al triple de altura de una persona normal. Al atravesar los portones, percibimos que algo extraño sucedía, cuando no vimos ni un alma, ni siquiera aves en el firmamento. No había rastro de vida en ningúna rua, por lo que arreciamos el paso, hasta terminar atravesando la ciudad de un extremo a otro a galope tendido. Aún no sé qué ciudad era aquella.

A parte de esa pequeña circunstancia, no ocurrió nada digno de mención, excepto el hecho de que Raennor da muestras de una vivacidad inusitada, se muestra además más hablador, iniciando él mismo la conversación. No hace más que preguntarme acerca de todo lo que se ve, ya que raramente había abandonado su pueblo natal antes de partir conmigo. A todo lo que me pregunta yo le respondo, y, ya sea una respuesta agradable para él o no, lo acepta, mantiene un silencio prolongado hasta que lo asimila, y vuelve a la carga.

Yo, en cambio, me encuentro confortado gracias a dicho cambio en él, puesto que me indica que, por fin está superando el trance sufrido, dándome muestras de que su joven espíritu es fuerte. Además de haberme demostrado que mi paciencia es poca, ya que estaba a punto de arrojar la toalla, dar media vuelta, y proseguir con mi vida sin prestar la más ínfima atención a las sombras que me rodearan.

Así pues, ahora nos hallamos en un pequeño altozano, al amparo de un río sin nombre, escuchando los sonidos de la noche. Tras la escueta cena de la que hemos dado cuenta, hemos hecho algo inusitado, le he comenzado a dar lecciones acerca de la historia de nuestro mundo, no solo del Nuevo Därlack, sino también del Viejo, el que se halla al otro lado del gran río de fuego. El se muestra ávido de aprender, y su mente me impresiona, pues no me es necesario repetirle las cosas más de una vez. Es como la tierra árida absorviendo agua, siempre precisa más.

Aun así, la incertidumbre corroe mi interior cuando poso mis ojos más allá del fuego que hemos encendido, cuando veo claramente a Maldan, remolineante, ansioso de poder llegar más alto. Imaginábamos que tarde o temprano ocurriría, pero no a tan alarmante velocidad. En el último poblado visitado, tuvimos noticia de tres personas fallecidas. Una por los disturbios acaecidos, y las otras dos de una extraña enfermedad que nadie se aventura a imaginar. Es Maldan, aunque sus mentes ya no recuerden las matanzas del pasado.

Los aguadores también han visto reducido su número, por lo que la población comienza a acusar el escaseo de agua potable del subsuelo. Pero bueno, existen males más acuciantes, y cuando más se necesite, el héroe del que hablan las profecías cabalgará al lado de los hombres en su lucha contra la Sombra.

En fin, mis párpados se cierran poco a poco, por lo que continuaré escribiendo en otro momento. Raennor, en cambio, no concilia el sueño, no hago más que percibirle dando vueltas ora a un lado, ora al otro, sin poder echar una cabezada. Me temo que parte de nuestra historia le está perturbando.

martes, 11 de noviembre de 2008

Diario de Färael Ok-Sum (Día 13)

Día 11 de la Séptima Estación
Año 256 de la Era III
Carhein, Farim, Nuevo Därlack


Han empezado las revueltas...

Durante la noche, tanto Raennor como yo hemos oído los disturbios producidos en la ciudad. Los aldeanos, en su mayor parte campesinos, han tomado la ciudad. Culpan de los males que acaecen en la zona al alcalde, un tal Matrius Born, procedente de la capital, y apadrinado del rey. No creo que al amanecer del día de mañana queden más que las horcas con los instigadores de la revuelta, mudo ejemplo para quienes sigan sus pasos.

Nosotros, por nuestra parte, partiremos al anochecer, pese al peligro que entraña. Proseguiremos viaje, pero evitaremos las urbes del camino, pues no intuyo con certeza lo que ocurre en el resto de poblaciones del camino. Avanzaremos por el paso de Huin, y posteriormente proseguiremos hasta nuestro destino, al amparo de la luz de Häel.

Sin duda, estoy seguro de que hayaremos muestras de revueltas como la transcurrida anoche, en nuestra andada, pero nuestro cometido es más valioso que las vidas de esos pobres desgraciados que morirán esta noche. Pese a que ningún hombre debería valer menos que otro, me veo obligado a mirar adelante, pensando en mi futuro, pues pensar en las familias que esta noche, rotas por la pérdida de un ser querido, podrían empañar la resolución que me mueve.

Pero bueno, ya estoy divagando... Ahora me reuniré con Raennor, y prepararemos los bártulos para la marcha.

Cuando llegue a mi destino, o al menos esté a cubierto de miradas indiscretas, volveré a escribir.

miércoles, 7 de mayo de 2008

Diario de Färael Ok-Sum (Día 12)

Día 10 de la Séptima Estación
Año 256 de la Era III
Carhein, Farim, Nuevo Därlack


Partimos según amaneció al día siguiente de mi último escrito
Ahora, tras un cambio de ruta drástico, nos dirigimos al este, hacia la frontera de las tierras de los caballeros.

Raennor aún no se ha acabado de reponer, aunque su mejoría ha sido notable en este tiempo. Cabalgamos desde el amanecer hasta que Häel abandona el cielo; cabalgar en la oscuridad es una temeridad, por lo que me veo obligado a detener la marcha al caer la noche.

Hoy, en cambio, no hemos pernoctado al amparo del frío suelo del borde del camino, sino que hemos llegado a Carhein, una de las más espléndidas urbes de Farim. Raennor miraba embelesado a un lado y a otro de la calzada, sin percibir que sus ojos están desorbitados, y su boca abierta, pues nunca ha visto una urbe tan grande.

Hemos alquilado un par de jergones para la noche, en la posada menos llamativa de toda la población, pues, cuantos menos adviertan nuestra estancia entre estos muros, más seguros iremos. Mañana desviaremos rumbo al sur, hacia las tierras de los señores Khânzim, a los que conozco, y quienes sé que nos darán cobijo.

Por otro lado, Maldan está cobrando fuerzas, y eso ya empieza a preocupar a la población. Lo que siempre ha sido una fina capa de humo vaporoso a nuestros pies, ahora es más denso, y muta a veces, intentando atrapar a alguien, pese a que su fuerza ya no es la de antaño. En la sala, esta noche, oí como había gente que atemorizaba al resto de parroquianos con viejas historias sin sentido. Historias del Maldan, de sus tiempos de gloria, que no son ni un ápice cercanas a lo que fue en realidad, sino muchísimo menos.

Espero que todo este resurgir de lo antiguo no nos obstaculice el camino a nuestra meta

lunes, 28 de abril de 2008

Diario de Farael Ok-Sum (Día 2)

Día 35 de la Quinta Estación
Año 256 de la Era III
Rimsu, Farim, Nuevo Därlack

No hay tiempo. He de partir sin demora. Ya no puedo retrasar nuestra partida más tiempo, pues ya se alzan los rumores de un nuevo ocaso. Un ocaso del que la humanidad teme no salir nunca. Al menos ahora recuerdan, ahora saben que todas las historias que las madres les relataban al oído cuando eran unas criaturas son verídicas.

Partiré, seguramente, hacia la capital. No es una distancia muy grande, pero con Raennor en su estado, no quiero arriesgarme. Además, en la capital, si todo ocurre según lo previsto, ahí reconocerán quien es, lo que será el inicio de todo para él, aunque para mí sea el fin, porque entonces mi larga misión por fin habrá terminado.

Ahora bien, los lugareños puede que no noten nada muy extraño, a parte del oscuro cielo, pero yo miro hacia abajo, y veo que Maldan se alza tenebrosamente, unos dedos deformes de vapor se entrelazan por mis piernas, intentando llegar cada vez más alto, pero gracias a Häel que aún teme respirar nuestro aire. Pero cada vez llega más alto, y ya no hay nada que impida que entre donde quiera por doquier. Eso sí que me preocupa, más que unas oscuras nubes en un cielo oscuro como la noche de eterna de Rennar.

Sin embargo, hay más indicios de que ocurre algo más grande, otra muestra de ello son las tres criaturas que no han llegado a ver el día. Tres criaturas que iban a ser nacimientos alegres, y que ahora han truncado la vida de sus padres.

Aquí, en Rimsu, la gente mira hacia otro lado, espera que lo que ocurre pase de largo, y así poder rehacer sus vidas como si nunca hubiera acaecido nada. La realidad se tornará ficción, la ficción decaerá en leyenda, y la leyenda pasará a ser un simple mito al que se referirá en susurros. Pero el mito también evolucionará, al olvido. Y tras varias eras y varos siglos, volverá a suceder lo ocurrido, pero nadie habrá para recordar que no es una simple leyenda, nadie, aparte de un puñado de personas que temerán decirle al mundo lo que ocurre en realidad.

Siempre he mantenido que si olvidamos nuestro passado, llegaremos al punto de que volveremos a repetirlo, pues volveríamos a cometer los mismos errores, y nos sumergeríamos en un ciclo del que nunca saldríamos, no hasta haber aprendido. Espero que, en esta era, podamos mirar adelante, en vez de volver a mirar hacia atrás.

viernes, 25 de abril de 2008

Diario de Farael Ok-Sum (Día 1)

Día 35 de la Quinta Estación
Año 256 de la Era III
Rimsu, Farim, Nuevo Därlack

El tiempo ha cambiado. Las nubes largo tiempo olvidadas han vuelto. Los lugareños miran el oscuro cielo y murmuran leyendas, leyendas antaño olvidadas, ahora recordadas con temor

No he salido de mi hogar desde el incendio. El temor a lo que ocurre cada vez es mayor. La gente común piensa que sólo es el tiempo lo que cambia, pero no recuerdan qué es lo que lo provocaba. La sombra se vuelve a cernir sobre nuestro mundo, y la gente únicamente piensa en lo que podría ser, han olvidado una herencia que se remonta a cuatro eras. En aquella era, la sombra inundón los dos Därlacks, pero, finalmente, la humanidad venció, dando paso a la primera Era. Nadie recuerda, y es algo que me pesa en el corazón, y a la vez me enfurece.

Por otro lado, también es un alivio, pues, si relacionaran todo lo que ocurre a nuestro alrededor, seguramente alguien habría perecido a manos de una horda de campesinos y artesanos enfurecidos. Gracias a Häel que no ha sido así.

Doy gracias a mi maestro por haberme enseñado a ver fuera de lo que alcanza la vista, pues sino sería uno más de los que sacuden la cabeza y miran a otro lugar.

El tiempo apremia, y lo primero y más acuciante a realizar, es alejar a Raennor de aquí. Llevarlo lejos es lo primero que he de hacer, pues aquí corre un peligro aún mayor. Aquí la gente lo conoce, y saben quién es. He tratado sus heridas, pero él solo me observa con ojos preñados de dolor. Creo que a veces quiere ir a su casa, y otras correr en dirección contraria hasta desfallecer.

He de darme prisa, o no habrá tiempo de hacer lo que se ha de hacer, y perder un tiempo precioso ahora es perder a la humanidad. Quiza los Nândin puedan ayudarnos, pues mi maestro no me refirió todo, y ellos son los eruditos de nuestra era. Hay que guiar a Raennor, pero muchas cosas ha de averiguarlas él. Gracias a Häel que no sabe quién es en realidad, o él mismo se quitaría la vida.

Diario de Farael Ok-Sum (Introducción II)

El diario que tienes en tus manos es mi visión de la que fue la mayor misión jamás realizada en esta era o en las anteriores.

Todo lo referido en este diario es, fue, o milagrosamente será, absolutamente real. Sólo me resta decir que no todos mis actos reflejdos aqui son motivo de orgullo para mi. Hice una promesa, y la mantuve.

Ahora, el destino de Nuevo Därlack lo decidirá un único hombre, Raennor.

Esta es nuestra historia; de ello doy fe

Farael Ok-Sum

jueves, 24 de abril de 2008

Carta de Farael Ok-Sum (Introducción)

Día 34 de la Quinta Estación

Año 256 de la Era III

Rimsu, Farim, Nuevo Därlack


Querida mía, pese a que mi corazón sangra por ello, me veo obligado a sequir el camino que se nos ha impuesto. El tiempo corre en mi contra, y casi ha terminado todo, antes incluso de haber comenzado.


Hoy la tragedia ha visitado Rimsu, cuando, al despertar, encontramos la residencia de los Alanthir ardiendo en un infierno desolador. Todos temimos lo peor, yo aún más, pues sabía lo que se perdería.


Raennor Alanthir duerme ahora en mi cuarto, aún sin saber, creo, que su amado hermano ha fallecido, que ya no le quedan lazos de sangre en el mundo, excepto la de su hermano Zacharil, que Häel lo tenga en su gloria


Raennor habla en sueños, delira, pero respira con la fuerza prevista. Sanará, pero las heridas de su alma no curarán nunca, sólo se atenuarán con el tiempo pero, ¿quién puede querer más?. Muchos no habrían sobrevivido media noche sepultados bajo las ruinas ardientes de una casa, con el humo de Maldan atenazándote la garganta


Querida mía, solo esto podría demorar más nuestro encuentro, pero esto requiere de toda mi fuerza de voluntad. Hay que enseñarle pero, ¿cómo voy a hacer que sea lo que todos queremos que sea? Solo un milagro de Häel conseguirá que yo lo realice


El más profundo deseo de mi corazón es poderte ver, abrazarte, y ver la luz del día contigo, una luz propia que alejaría el Maldan de nosotros, liberando a la humanidad de la terrible y continua pesadilla de la sombra... Pero no puedo, al igual que, pese que mi corazón chille por ello, no podré seguir escribiéndote. Mi maestro me encomendó una misión, y por Häel que cumpliré mi promesa


Comenzaré un diario, para que, a nuestro encuentro, puedas leer mis vivencias. Entiéndeme, no puedo referir todo lo que quisiera decirte, pues si cayera en manos enemigas, pondría a Raennor, y a todas nuestras esperanzas en peligro. Y a ti. Esperaré unos días a que el muchacho se recupere, y entonces iniciaremos un viaje que no espero terminar. Ahora que los mecanismos en nuestra contra se han activado, cada sombra puede ser un balduk, o peor, un rac, que Rennar se los lleve para sí.


Amada mía, he de despedirme, aunque cada entrada de mi diario será un canto para tu oído, y tu mirada me arropará en la noche. Voy a ver a Raennor.


Te quiere;


Farael Ok-Sum, tu amado, hasta que Häel me lleve