lunes, 28 de abril de 2008

Diario de Farael Ok-Sum (Día 2)

Día 35 de la Quinta Estación
Año 256 de la Era III
Rimsu, Farim, Nuevo Därlack

No hay tiempo. He de partir sin demora. Ya no puedo retrasar nuestra partida más tiempo, pues ya se alzan los rumores de un nuevo ocaso. Un ocaso del que la humanidad teme no salir nunca. Al menos ahora recuerdan, ahora saben que todas las historias que las madres les relataban al oído cuando eran unas criaturas son verídicas.

Partiré, seguramente, hacia la capital. No es una distancia muy grande, pero con Raennor en su estado, no quiero arriesgarme. Además, en la capital, si todo ocurre según lo previsto, ahí reconocerán quien es, lo que será el inicio de todo para él, aunque para mí sea el fin, porque entonces mi larga misión por fin habrá terminado.

Ahora bien, los lugareños puede que no noten nada muy extraño, a parte del oscuro cielo, pero yo miro hacia abajo, y veo que Maldan se alza tenebrosamente, unos dedos deformes de vapor se entrelazan por mis piernas, intentando llegar cada vez más alto, pero gracias a Häel que aún teme respirar nuestro aire. Pero cada vez llega más alto, y ya no hay nada que impida que entre donde quiera por doquier. Eso sí que me preocupa, más que unas oscuras nubes en un cielo oscuro como la noche de eterna de Rennar.

Sin embargo, hay más indicios de que ocurre algo más grande, otra muestra de ello son las tres criaturas que no han llegado a ver el día. Tres criaturas que iban a ser nacimientos alegres, y que ahora han truncado la vida de sus padres.

Aquí, en Rimsu, la gente mira hacia otro lado, espera que lo que ocurre pase de largo, y así poder rehacer sus vidas como si nunca hubiera acaecido nada. La realidad se tornará ficción, la ficción decaerá en leyenda, y la leyenda pasará a ser un simple mito al que se referirá en susurros. Pero el mito también evolucionará, al olvido. Y tras varias eras y varos siglos, volverá a suceder lo ocurrido, pero nadie habrá para recordar que no es una simple leyenda, nadie, aparte de un puñado de personas que temerán decirle al mundo lo que ocurre en realidad.

Siempre he mantenido que si olvidamos nuestro passado, llegaremos al punto de que volveremos a repetirlo, pues volveríamos a cometer los mismos errores, y nos sumergeríamos en un ciclo del que nunca saldríamos, no hasta haber aprendido. Espero que, en esta era, podamos mirar adelante, en vez de volver a mirar hacia atrás.