miércoles, 7 de mayo de 2008

Diario de Färael Ok-Sum (Día 12)

Día 10 de la Séptima Estación
Año 256 de la Era III
Carhein, Farim, Nuevo Därlack


Partimos según amaneció al día siguiente de mi último escrito
Ahora, tras un cambio de ruta drástico, nos dirigimos al este, hacia la frontera de las tierras de los caballeros.

Raennor aún no se ha acabado de reponer, aunque su mejoría ha sido notable en este tiempo. Cabalgamos desde el amanecer hasta que Häel abandona el cielo; cabalgar en la oscuridad es una temeridad, por lo que me veo obligado a detener la marcha al caer la noche.

Hoy, en cambio, no hemos pernoctado al amparo del frío suelo del borde del camino, sino que hemos llegado a Carhein, una de las más espléndidas urbes de Farim. Raennor miraba embelesado a un lado y a otro de la calzada, sin percibir que sus ojos están desorbitados, y su boca abierta, pues nunca ha visto una urbe tan grande.

Hemos alquilado un par de jergones para la noche, en la posada menos llamativa de toda la población, pues, cuantos menos adviertan nuestra estancia entre estos muros, más seguros iremos. Mañana desviaremos rumbo al sur, hacia las tierras de los señores Khânzim, a los que conozco, y quienes sé que nos darán cobijo.

Por otro lado, Maldan está cobrando fuerzas, y eso ya empieza a preocupar a la población. Lo que siempre ha sido una fina capa de humo vaporoso a nuestros pies, ahora es más denso, y muta a veces, intentando atrapar a alguien, pese a que su fuerza ya no es la de antaño. En la sala, esta noche, oí como había gente que atemorizaba al resto de parroquianos con viejas historias sin sentido. Historias del Maldan, de sus tiempos de gloria, que no son ni un ápice cercanas a lo que fue en realidad, sino muchísimo menos.

Espero que todo este resurgir de lo antiguo no nos obstaculice el camino a nuestra meta